jueves, 31 de marzo de 2011

Post mutationem

La vi aquella tarde, apoyada en la barandilla, agarrándose los brazos con fuerza, mientras el viento le movía el pelo y cerraba los ojos. Pude notar cómo intentaba desprenderse de versos ya olvidados cantados por un Catulo que en realidad era un no-me-importa-quién: "Viuamus, mea Lesbia, atque amemus".  Sonreía por no tener que recordar más susurros, ni temer más noes, ni imaginar confesiones inventadas para la ocasión. Creo que me fijé en ella porque en ese momento las dos pensábamos que cuando los sueños se acercan pierden su brillo dorado y se convierten en desencanto. Sabía que habría más, más pasados ideados a medida y el mismo futuro por inventar, otras canciones y poemas, o incluso los mismos, pero ya con un significado completamente diferente.
Por eso, después de un cambio sustancial, sólo se repite: Viuo, ego, Lesbia.

martes, 15 de marzo de 2011

Insomnio

La tónica habitual de sus últimos 46 días. Pero esta vez sin poder distraerlo con fantasías absurdas, con sonrisas de plástico, ni con los restos de la cena fría en la cocina. Sabía que acabaría volviéndose loca, aún sin haber cometido ningún crimen del que sentirse culpable, aunque la sangre caía a chorros por la puerta del congelador. Y, a pesar de todo, la última palabra de cada verso seguía martilleando su cabeza, porque no estaban escritas para nadie más en ese preciso momento. Así que, conciencia limpia en mano y corazón guardado bajo llave en un cajón, se pone los guantes que ha usado tantas veces en tan pocos meses que ya ha perdido la cuenta para dar el primer golpe e intentar dormir al fin con la seguridad de que ahora sí era culpable de algo más que de callar y dejar que todo pase.
...Maldita nieve de este largo enero,
nos cubre el hielo de un silencio aterrador,
mejor lo rompo yo...
Ya empezó el segundo asalto...

jueves, 10 de marzo de 2011

Tic - Tac

Tic...tac, tic...tac, tic...
Noto cómo se desvanece, o cómo no llega.
...tac.
Un nudo en el estómago que se junta con temblores en las piernas, un "sé que puedo" pero no sé si quiero, y la indecisión (¿pero no era incertidumbre?), la nada y el todo. Tic...tac. Doscientas mil palabras por decir y nada de lo que hablar, porque sigo sintiendo como pasan los segundos sin nadá más que hacer. Y el tiempo pasa, y pesa, cada vez más, y el reloj no se calla y no permite ni un mínimo descanso para no tener que seguir dudando de si sólo existe un ahora o es ya un pasado.
No me gusta esperar. Tic...
Pero tampoco puedo pararlo. Tac.