miércoles, 19 de septiembre de 2012

Oniria

Le dijo que estaría allí, y sin embargo no era así. Por eso temblaba, por no haber pensado en una alternativa si es que eso sucedía. O por no haber pensado que podía pasar. O sería el café. Diría que fue después del quinto con el que empezó a caminar de forma nerviosa de un lado a otro de la casa. Y no estaba allí.
Buscó debajo del sofá, apagó las luces y cerró persianas. Canturreó sus canciones esperando que apareciese tarareando la continuación de una lista de reproducción infinita. Siempre se arrepentía de cometer los mismos errores. De creerse el personaje de Cortázar que no era en realidad. Creyó que ya era tarde; que se había ido al igual que el resto de voces que tantas veces habían gritado solamente dentro de su cabeza. Pero a los pies de la cama le había dejado un sueño por cumplir que emitía un débil brillo dorado.


...Cuando me gire entre la gente, serás tú...

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Septiembres infinitos

Las posibilidades infinitas a menudo se quedan encajadas en las mismas líneas esquemáticas que guían sus idealizaciones las mañanas de un septiembre que no ha cambiado en nada desde las dos últimas veces que ha venido de visita. Siempre trae acordes salidos de las mismas manos que impiden contactos con realidades objetivamente ciertas y hacen que se mantenga a diez metros del suelo, invirtiendo cadenas lógicas que indican la diferencia entre fantasías y verdades. Subjetivamente sus únicas certezas forman parte de un mundo que sólo existe en su septiembre, regidas por la melancolía al no hacerse efectivas en el resto de planos que quedan fuera de su universo creado a medida. Por el echar de menos siempre, incluso cosas que no han existido nunca. Cosas que aún no han pasado. Vidas que nunca serán factibles. Historias que al cerrar los ojos se ven tan nítidas, tan corpóreas, tan recuerdos, que parece imposible que no hayan sucedido aún.