martes, 15 de marzo de 2011

Insomnio

La tónica habitual de sus últimos 46 días. Pero esta vez sin poder distraerlo con fantasías absurdas, con sonrisas de plástico, ni con los restos de la cena fría en la cocina. Sabía que acabaría volviéndose loca, aún sin haber cometido ningún crimen del que sentirse culpable, aunque la sangre caía a chorros por la puerta del congelador. Y, a pesar de todo, la última palabra de cada verso seguía martilleando su cabeza, porque no estaban escritas para nadie más en ese preciso momento. Así que, conciencia limpia en mano y corazón guardado bajo llave en un cajón, se pone los guantes que ha usado tantas veces en tan pocos meses que ya ha perdido la cuenta para dar el primer golpe e intentar dormir al fin con la seguridad de que ahora sí era culpable de algo más que de callar y dejar que todo pase.
...Maldita nieve de este largo enero,
nos cubre el hielo de un silencio aterrador,
mejor lo rompo yo...
Ya empezó el segundo asalto...