Nunca hemos sido capaces de apreciar realmente la gran diferencia que existe entre el verde y el gris. Diferencias abismales de esperanza o placer y la elegancia de lo monótono. Nunca valoramos de verdad la magia de conocer (o tal vez re-conocer) un pequeño detalle nuevo ni el encanto de lo que se escapa al control humano. Nunca estimamos lo suficiente los momentos de meter los pies en el agua fría, mojarnos con la lluvia ni el calor del sol. Como tampoco todos esos momentos que pasamos por alto y que se olvidan como si nunca los hubiésemos vivido porque son tan naturales y sencillos que no encajan en una agenda marrón.
¿Podremos algún día darnos cuenta de lo que significa simplemente comer una manzana? Porque Eva nunca fue en realidad la creadora de un mundo de asfalto.
...Te prometo, amor mío, la manzana.
C. Oliver