Sé que no es yo. Y sin embargo, hemos nacido el mismo día, hemos vivido paralelamente miles de sucesos dignos de recordar una noche en la puerta del bar que está cerrando, aunque siempre sin cruzarse. Casualmente las dos teníamos rosas amarillas en el jardín y una luna colgando de la pared. Más tarde me enteraré de que un día de lluvia cambió su vida y que siempre la han considerado diferente porque no se ajusta a la realidad. Hoy sé que en algún momento hemos decidido que a partir de ayer sólo importa el yo, después de aventuras paralelas tras correr cientos de kilómetros en busca de nada. Tal vez nos hayamos encontrado ya en las nubes o en la página de algún libro viejo.
Y me pregunto si también odiará las montañas rusas de sensaciones que se mueven entre polos opuestos, sin medias tintas; si escuchará música a medias entre el punk, el rock y lo surrealista para tapar el vacío; si también abrirá la ventana para no olvidar que la realidad no está tan lejos.