martes, 8 de septiembre de 2009

París

En su París no había coches, ni los habría nunca. En su París siempre brillaba el sol, el arte se respiraba en la calle, los árboles eran más verdes, el Sena más azul, Ameliè paseaba en moto cerca del Pont Neuf y las calles estaban escritas con los poemas de Baudelaire. Porque en París tampoco podía haber cementerios, entonces sólo puede pensarse que todos los grandes poetas siguen vivos...