sábado, 20 de noviembre de 2004

Cuando los rayos de sol la iluminaron, su pálida piel comenzó a emitir destellos dorados. Las alas crecieron nuevamente en su pequeña espalda. Y toda la magia perdida volvió a ella.
Sonrió...
Entonces comenzaron a volar cruzando el mar...

miércoles, 7 de abril de 2004

Mi abuelo solía decir: la vida es asombrosamente corta. Ahora esta frase me salta a la memoria y la inunda de tal forma que, por ejemplo, apenas comprendo cómo un joven puede decidirse a cabalgar hasta el pueblo vecino sin temer que, excepción hecha de desgraciadas casualidades, ya el tiempo de la vida que transcurre normal y feizmente sea con mucho insuficiente para semejante carrera.
El pueblo vecino, Franz Kafka

El paso del tiempo...algo tan relativo como especial. ¿Cómo explicar que algunos minutos a veces parezcan horas interminables y otras solamente unos segundos? Es curioso lo lento que pasa el tiempo mientras lo estás viviendo y lo rápido que parece que pasó cuando lo recuerdas. Dentro de poco ya sólo quedará el recuerdo de toda una vida mientras esperamos con impaciencia que llegue la muerte. Mientras los jóvenes ven cómo se les escapa la vida. Mientras los niños ven que aún les queda mucha vida por delante, sin pensar que un día crecerán y verán que se les escapa el tiempo, de la misma forma que a mí se me pasa entre los dedos, sin poder evitarlo, sin poder sujetarlo. Querer retener el tiempo no es bueno. Es mejor dejarlo ir, con su relativa rapidez o su especial lentitud. O al revés! Con su relativa lentitud o su especial rapidez.

domingo, 8 de febrero de 2004

1) Érase una vez un pequeño caballito de cristal... que vivía atrapado en una pequeña burbuja. El pequeño caballito quería conocer el mar, pero no quería salir de su burbuja. El miedo se lo impedía. Allí dentro se sentía atrapado, pero a la vez protegido, y le daba miedo perder esa seguridad de sentirse resguardado del peligro. Él sabía que debía arriesgarse. Su vida carecería de sentido si la hubiese de pasarla en aquella burbuja, día tras día como había hecho hasta ahora, simplemente mirando lo que pasaba en aquel cuarto oscuro desde el rincón más apartado de aquella mesa.
Un día decidió hacerlo. Se escaparía. Iría hacial el mar, sin detenerse...hacia un mar con el que siempre había soñado. Pero fue incapaz. Entre tantos sueños había olvidado que sólo era un caballito de cristal. Y los caballitos de cristal no pueden salir de las burbujas en que están atrapados...