martes, 10 de abril de 2007

Nunca sé cómo empezar una carta. He pensado miles de frases con las que dar comienzo, pero nunca llegué a escribir nada. Esta noche volví a pensar en otro principio (¿por qué siempre de noche?) que se quedó en nada. A veces consigo pensar en cada una de las oraciones que voy a poner, pero no llegan a papel. Tal vez por vagancia o porque por la mañana no me acuerdo o me parece ridículo o quizás porque me falta tiempo.
Tal vez es que no necesito escribir cartas, porque puedo decirte todo lo que quiera. Pero es que quiero que lo tengas, que no se lleve el viento las palabras, sino que permanezcan.
Creo que una con fecha de 2004 dice exactamente lo mismo en latín: "verba volant, scripta manent", sí, estaba ahí, junto a un velero rojo y cristales de arena y cenizas. Y tampoco llegué a dártela nunca...