lunes, 18 de julio de 2011

Domingo

No es un lunes cualquiera cuando el ansia reconcome cada hueco del estómago y sólo se ven dramas. Es domingo. Siempre domingo, cuando nos arrastramos de pared en pared hasta la cama para esperar en posición fetal un rescate o la nada.
No esperemos nada entonces. Dejemos que Bécquer y Conte pasen desapercibidos. Que ya no sea el domingo de verano ni el domingo de invierno en que me enamoré de cada uno de ellos. O con ellos.
Dejemos que el tiempo pase, que se olvide el ansia, que el destino elija. Mientras cambiamos dramas por comedias y palabras profundas por vocablos insulsos. Trastoquemos la semana, creemos no-días que pertenezcan a un universo alternativo. Olvidemos pronunciar la s, la sintaxis y el orden en general. Saltemos los límites de una falsa realidad. Sintámonos libres al poder desencadenarnos de las esperanzas.
Tal vez entonces echaremos de menos la poética de los domingos.