viernes, 29 de julio de 2011

Conciertos

El correr en éxtasis para llegar a tiempo con un papel rectangular intacto en el bolsillo, la espera minutos antes de que todo empiece con la impaciencia habitual, el preguntarse con qué canción dará comienzo la noche, la emoción al oír las primeras notas y el primer hilo de voz, el escenario presidiendo la mejor plaza pétrea del mundo, el gritar como si no hubiese un mañana, el saltar sincronizado con el de al lado y de delante, el vuelco en el pecho al escuchar esa canción, el sentir las vibraciones del bajo, la apoteosis final. El vacío. El recuerdo de uno de los mejores momentos de toda una vida.