lunes, 1 de agosto de 2011

Poesía

Hoy la poesía se ha quedado lejos. Y no es por el alcohol corriendo por las venas, ni por el montón de caras monótonas una noche de final de julio. Es por las ganas, por la falta de esperanzas en cada una de las miradas, por saber que las escenas de películas quedan en un universo alternativo que no llega a cruzarse con la realidad. No es verano en realidad, a pesar del calor. Porque no hay futuro en ninguna de la palabras que pronuncia la gente del bar. Y está bien el carpe diem, sólo tener en cuenta el presente. Pero un puñado de locos que gritan al hoy no serán capaces nunca de convencernos de que no nos hacemos mayores, de que no da igual que sea viernes o domingo. De que no estamos echando nuestra vida a perder buscando aún ideales de cuento mientras el tiempo pasa sin detenerse, aunque no queramos asimilarlo. Por eso ya no nos importa Rubén Darío, ni Baudelaire, ni Kavafis, ni Conte, ni ninguna de las voces que puedan hacernos sentir que nunca llegaremos a ser artistas en busca de un sueño.